Te extraño tanto... extraño charlar contigo hasta que uno cayera rendido en el poder de la noche, extraño platicar cosas sin censura, extraño contarte mis sueños, extraño tus palabras, tus defectos, extraño que me quieras, que te importe, extraño tu amistad... te extraño.
Odio escucharte en otras voces, verte en otros ojos y sentirte en otra piel… escucho tus mismas palabras y hasta tus mismos gustos, pero no eres tu y no me gusta, odio sentir este sin sabor, este vacío de ausencia, esta necesidad de tus besos, de tus abrazos y de tus cariños en mis pataletas de niña mimada, odio que no estés y no solo físicamente, odio que ya no seas el mismo y yo siga amando a quien desdibuje de ti, odio verme abrazada a tu recuerdo y lo que más odio es que sé que aunque estés nuevamente frente a mi, mirándome, se que ya no volverás…
Y ese momento cuando te das cuenta que no le importas, que simplemente te hablaba por educación y no por interés, ese momento donde entiendo todo, yo era la interesada, yo la que siempre buscaba temas de conversación solo para saber más de él. Ese preciso momento donde te sientes rota por haber pensado arriesgar todo por el, por haber imaginado miles de historias, por sentir esas estúpidas mariposas en el estomago cuando respondía. ESE MOMENTO DONDE TE ODIAS A TI MISMA.